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El fenómeno de El Niño le pasó cuenta de cobro a la Empresa de Acueducto de Bogotá
Este evento climático provocó racionamientos que afectarán los ingresos de la EAAB entre 100.000 y 130.000 millones de pesos este año. Eso llevará a la empresa a buscar deuda. Le apuesta al desarrollo de la Ptar Canoas, el principal proyecto ambiental del país.
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Cuando el país veía inminente un apagón en el servicio de energía por cuenta del impacto del fenómeno de El Niño en los embalses que alimentan las centrales de generación eléctrica, el racionamiento vino, en el caso de Bogotá, para el servicio de agua.
Este año comenzó con una mezcla de reducción en los niveles de los embalses e incremento en el consumo, que según Natasha Avendaño, gerente de la Empresa de Acueducto y Alcantarillado de Bogotá (EAAB), fue equivalente a la llegada de 500.000 nuevos usuarios.
La situación le estalla a la nueva administración distrital, encabezada por Carlos Fernando Galán, y luego de un 2023 que, a juicio de Avendaño, fue un año de solidez financiera que se refleja en varios indicadores, como por ejemplo, mantener la calificación AAA, incrementar el Ebitda casi 11 % con relación a 2022 y unos márgenes de rentabilidad operacional del 35 % y netos del 11 %.
“La empresa tiene una historia y una garantía de honrar sus obligaciones no solamente las operativas, sino las pensionales y laborales. A pesar de la situación experimentada por todas las empresas de servicios públicos durante la covid, tuvo un muy buen comportamiento postpandemia. Contamos con una cartera completamente sana; es muy poco lo que tenemos por cobrar, los indicadores son cerca del 99 %”, dice Avendaño.
Frente a la situación del racionamiento, asegura que “no nos había tocado en Bogotá y hasta ese momento no iba a ser tan evidente la situación de cambio climático para el país”. Explica que la ciudad tiene una infraestructura de abastecimiento que depende del sistema Chingaza, que es el 70 % del agua que consume Bogotá en condiciones normales y que había sido ajeno a los fenómenos climatológicos agudos.
Las precipitaciones empezaron a bajar desde octubre de 2023 y la sequía se agudizó. “Además, los pronósticos del Ideam eran que a finales de febrero llovía, luego en marzo… Y a finales de enero tuvimos los incendios forestales en los que gastamos 1,5 millones de metros cúbicos de agua para apagarlos; eso es casi el consumo de toda Bogotá en un día”, agrega.
¿Hasta cuándo irán los racionamientos? “Para no generar falsas expectativas, creo que deberíamos terminar el año definitivamente sin ningún tipo de esquema de restricción”, dice, y señala que el mensaje más importante es que debemos cambiar nuestra relación con el agua. Esto que pasó puede volver a pasar. Tenemos que estar preparados porque el día que se levante la medida de racionamiento es porque no vamos a volver a ella nunca”, sentencia Avendaño.
Según ella, los riesgos se generaron por la alta dependencia de Bogotá del sistema Chingaza, la cual se basa en muchas razones: es la mejor agua y la más barata de tratar y de llevar a los usuarios. De hecho, tratar el agua del río Bogotá cuesta cuatro veces más que la de Chingaza. “Hoy el río Bogotá, que normalmente nos daba 26 %, nos está dando en algunos días más del 50 % del agua. Eso nos ha enseñado que tenemos que diversificar más nuestro sistema”. Es decir, casi que invertir los porcentajes: tener la capacidad de obtener el 70 % del río Bogotá y el 25 % de Wiesner.
El racionamiento también se reflejará en menores ingresos para la empresa. “Este año vamos a tener un impacto duro en la facturación de la empresa, que dependiendo de qué tanto duren las restricciones y la intensidad que tengan, puede estar entre 100.000 y 130.000 millones de pesos menos”, advierte Avendaño.
Para ella, esta situación es aún más compleja: “Nos pega duro, además, por una razón. Los ingresos de la Empresa de Acueducto, como los de cualquier empresa de servicios públicos, están ciento % regulados. Uno no puede cobrar lo que se le da la gana; uno cobra lo que la regulación establece a través de una metodología tarifaria. Todos esos ingresos están comprometidos y regulados en el plan de obras e inversiones. Estamos ya en el año 8 de 10 años. Es decir, tenemos toda la plata comprometida en obras que debemos hacer para poder garantizar la prestación del servicio”, explica Avendaño.
Si no cumple con las obras, entonces, incumpliría los compromisos regulatorios y pondría en riesgo la calidad de la prestación del servicio. “¿Qué toca hacer mientras tanto? Tratar de endeudarnos a las mejores tasas posibles”, dice, en un escenario en el que las tasas aún son altas. Y sentencia: “Si no tengo agua, ¿cómo la vendo?”.
Señala que la empresa tiene un buen nivel de deuda y un cupo de endeudamiento general aprobado en el Concejo, de 600 millones de dólares.
En inversiones, el plan para los diez años –ya están en el octavo– supera los 5 billones de pesos. Pero asegura que para el próximo periodo tarifario de la siguiente década tiene que ampliarse con componentes adicionales, como la Planta de Tratamiento de Aguas Residuales (Ptar) Canoas. “Este es probablemente el proyecto ambiental más importante de 2024. No tiene sentido que la capital solo trate el 30 % de sus aguas residuales. Es un proyecto fundamental porque va a tratar el 70 % restante y el ciento % de las aguas residuales de Soacha”, dice.
Asegura que se ha avanzado en la conversación, porque el proyecto lleva 10 años de retraso, como mínimo. “Está estructurado, listo. Ya incluso tenemos cuatro consorcios que se presentaron para precalificarse; estamos pendientes de que el Banco Mundial dé el aval”, señala Avendaño, quien está a la expectativa de una decisión sobre recursos que interpusieron ante los altos tribunales.
La funcionaria señaló que también esperan la respuesta del Ministerio de Hacienda sobre la garantía de la Nación para un porcentaje de la deuda y para definir a cuánto ascenderá el monto de la deuda de acuerdo con el flujo financiero del proyecto.
Avendaño espera abrir el proceso hacia la mitad del segundo semestre de este año y adjudicar en el primer trimestre de 2025. En el cronograma original se establece que son 18 meses de preconstrucción y cinco años de construcción.
Espera que esta administración pueda al menos iniciar la construcción. “Hay experiencias en el mundo con plantas de tratamiento, no tan grandes como Canoas, que han tardado dos años en construirse,” dice, y agrega que se trata de una inversión de unos 12 billones de pesos actualizados.
Mientras tanto, la empresa tiene que garantizar que en el futuro no haya restricciones ni racionamientos y avanzar en la optimización de sus plantas actuales. Frente al plan de inversiones para este año, Avendaño asegura que asciende a 2 billones de pesos que están relacionados, por ejemplo, con las intervenciones y renovaciones en la red y para avanzar en la separación del alcantarillado, entre pluvial y sanitario. “Aún nos falta separar el 35 % restante del alcantarillado, que debe estar separado para evitar que las aguas lluvias colapsen el sistema sanitario en momentos de lluvia intensa”.
Además, la empresa analiza la posibilidad de incorporar nuevos usuarios. ¿Por qué no considerar de manera más seria el tema de la regionalización?, se pregunta Avendaño y agrega que hoy a los municipios vecinos se les vende agua en bloque. “No necesariamente tenemos que seguir solo vendiéndoles agua en bloque. Ya hemos tenido algunos casos en los que somos prestadores, como en Soacha y Gachancipá”.
De cara a la situación de incertidumbre que vive el país, considera que más allá del pesimismo, “también hay otro sentimiento de optimismo. La economía nacional ha sido resiliente, y el sector privado y la industria colombiana también lo han sido. Tenemos que enfocarnos en garantizar que esa resiliencia no se nos vaya a acabar”, concluye.