Especial Cajas de compensación
Guardianes del patrimonio: estas son las edificaciones históricas que han rescatado las cajas de compensación
Las cajas de compensación también han priorizado el acceso a la cultura, un compromiso que demuestran a través de la restauración de antiguas edificaciones para convertirlas en espacios que puedan disfrutar todos los colombianos.
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En lo alto del cerro de Aranjuez de Medellín se encontraba el Manicomio Departamental de Antioquia, que abrió sus puertas en 1892. Sus extensos jardines y una amplia edificación dieron albergue digno a los ‘locos’ de la ciudad por casi 70 años. En el interior de sus rejas estuvieron recluidos el ‘poeta de la montaña’ Epifanio Mejía y otros protagonistas de anécdotas y leyendas urbanas.
En 1960 el manicomio fue trasladado a Bello, la casona se convirtió en un inquilinato y luego en un taller de oficios. Poco a poco la propiedad quedó en el abandono y comenzó a deteriorarse. Parecía que su destino era quedar en ruinas, sometida al olvido y reemplazada por un edificio moderno. El trágico presagio no sucedió porque, en 1986, Comfama la adquirió y restauró. En medio de la violencia que aquejaba a Medellín y a la comuna 4, la casona fue el epicentro de una transformación cultural y de bienestar social. Ahora, casi 40 años después, hace parte del patrimonio vivo de los medellinenses.
Así comenzó la historia de Comfama en la conservación del patrimonio arquitectónico de Medellín y Antioquia. Varias de las edificaciones históricas más importantes de la ciudad han sido restauradas por esta caja de compensación, en colaboración con la Alcaldía o la Gobernación de Antioquia. Hasta hace tres años administró el Edificio Vázquez, al que salvó de las ruinas, y en 2021 emprendió su más ambicioso proyecto: revitalizar el Claustro de San Ignacio, una edificación de más de dos siglos, en la que, en la actualidad, entre otros servicios, se ofrece una variada programación cultural y cursos en artes y oficios.
La revitalización del patrimonio arquitectónico es un esfuerzo que también lideran otras cajas que han comprado, arrendado o tomado en comodato edificaciones históricas con riesgo de desaparecer para ofrecer servicios educativos, culturales o de bienestar familiar. En Barranquilla, Comfamiliar restauró una mansión del emblemático barrio El Prado y la adecuó como centro cultural. Comfandi, la caja del Valle del Cauca, adquirió la edificación del Colegio Miraflores, construida en 1946, en donde hoy funciona la Institución Educativa Comfandi Miraflores.
La restauración y conservación tiene un doble propósito: salvar lugares importantes para la historia y la cultura, que posiblemente por la falta de recursos de administraciones locales o de los propietarios podrían perderse, y contribuir a la democratización del patrimonio y de la cultura. “Con las intervenciones les damos la oportunidad a los ciudadanos de acceder a espacios que en otras circunstancias no podrían disfrutar. La idea es volver estos lugares patrimonios vivos, en los que, a través de nuestros servicios y oferta educativa y cultural, las personas puedan sentir que están en un espacio bello y digno con muchísima historia”, afirmó Andrés Valencia, responsable de Proyectos de Incidencia Cultural de Comfama.
La estrategia del rescate del patrimonio arquitectónico está inmersa dentro de una filosofía de inclusión cultural de las cajas de compensación que las ha llevado a ser líderes en el campo de la cultura. A diario, estas instituciones ofrecen una variada agenda de eventos y programas artísticos que se encuentra sustentada en una sólida infraestructura cultural que, según Asocajas, ya suma más de 200 teatros y 180 bibliotecas.