Experiencia
Este festival en el Hotel Xcaret Arte le ofrece a las musas en el paraíso. SEMANA asistió y le cuenta cómo se vivió
En el impresionante hotel de la Riviera maya, el Festival Paax GNP hilvana de manera imposible festival artístico, vacaciones de ensueño y gastronomía asombrosa. El único medio colombiano presente, compartimos con nuestros lectores la experiencia.
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Es difícil encontrar algo que se le parezca, y no hay nada que se le compare en estas partes hispanoparlantes del planeta. Así la madre naturaleza y el huracán Beryl hayan conspirado para truncar el completo desarrollo de su tercera edición (y ojalá no mucho más grave que eso allá, en Colombia y en otros parajes del Caribe), el Festival Paax GNP se probó increíble en un lugar que todo reunió, el Hotel Xcaret Arte, en la Riviera maya.
El evento ofrece algo tan sencillo de decir como imposible de lograr, pues integra factores usualmente separados. En primer lugar, una hotelería nivel superestrella (todo incluido), con las brillantes aguas azules y verdes del Caribe de fondo; en segundo lugar, cuenta con figuras sobresalientes en la música popular y de cámara así como de la danza clásica y neoclásica; y, como si fuera poco, suma un circuito gastronómico ‘alimentado’ por chefs galardonados (por Michelin, entre otras guías) por sus ocurrentes menús y maneras de encadenar sorpresas y fusionar sabores.
Suena a que es demasiado. Lo es. Y como el único medio colombiano que tuvo la oportunidad de vivir esta experiencia, SEMANA se arriesga a asegurar que, por costoso que sea, lo vale para quien aprecia estas vertientes en la que es una experiencia surrealista.
El Festival Paax GNP es quizá el más especial de los muchos eventos del calendario del hotel, porque sus espectáculos son hermosos, gracias a una sensible curaduría artística. Mientras se desarrolla, el Hotel Xcaret Arte saca a relucir además sus impresionantes escenarios, con un sonido capaz de captar la madera del violín. Nació en 2022 y ya ofrece entradas para su cuarta edición, en 2025.
Las musas
Todo sucede por idea de una personalidad admirada en México y el mundo, como Alondra de la Parra, una sensible música y directora de orquesta nacida en 1980 que rompe barreras con su talento y empuje. Y para concretar su visión ha contado con aliados poderosos, como una aseguradora de alto músculo financiero y el complejo hotelero de alta gama y vastas dimensiones (una ciudadela dedicada a sus huéspedes, pues en cinco hoteles y tres parques emplea 16.000 almas).
Artísticamente, el evento aprovechó el verano europeo y estadounidense para atraer a solistas del Royal Ballet de Londres, del New York City Ballet, del Ballet Nacional de Holanda y otras reputadas compañías, además de congregar a la que denomina “orquesta imposible”, que se reúne una vez en la vida. Compuesta de músicos del mundo entero, la congregación irrepetible acompaña a los bailarines en su viaje, con su música, y, además, por separado, presentan recitales con repertorios increíbles.
Pero los eventos van más allá de esas expresiones “tan cultas”, porque todo lo fusiona. También incluyó sonidos inequívocamente latinoamericanos, con una invitada ilustrísima, la cantante latinoamericana que más veces ha ganado el Premio Grammy, la mexicana Natalia Lafourcade, quien es hoy, sin lugar a dudas, la voz más apreciada de la región. Los premios no encapsulan su dimensión, el fervor que despierta, la manera en la que hace cantar a su público es asombrosa (sean canciones suyas o de otros artistas como “Nunca es suficiente”, de Los Ángeles Azules, o “Cucurrucucú, paloma”, de Tomás Méndez). Y todo parte de su energía como persona y artista, que se percibe genuina y fuerte a metros de distancia.
La gracia y lo sublime
Dentro de los muchos espectáculos que se presenciaron, quizá el más asombroso fue El universo de Christopher Wheeldon, una gala de ballet confeccionada por este prodigio del baile británico, quien se convirtió en quizás el coreógrafo más importante de los últimos 20 años. Este Billy Elliot de la vida real (así lo llamó De la Parra cuando lo introdujo, como otro de sus aliados en esta aventura) fue sobresaliente en las tablas y luego saltó a las coreografías y a los musicales de Broadway y el West End. Sus piezas fueron de lo clásico a lo neoclásico y lo que entregaron estos bailarines fue inolvidable.
A la cabeza, una figura deslumbrante del ballet, la principal solista del Royal Ballet de Londres, Marianela Núñez, acompañada de una camada de all stars que dejaron a los asistentes boquiabiertos y conmovidos a la vez. En un curioso paralelo, porque mucha de la gastronomía en el Hotel Xcaret Arte se da por varias etapas, el espectáculo de danza ofreció nueve piezas increíbles e inolvidables coreografías de Wheeldon. Ejecutadas por estos solistas con tal destreza sutil, dominio del cuerpo y tal expresividad, que conmoverse fue natural.
El espíritu del festival crea piezas musicales únicas y también comisiona entregas para su público en exclusiva. En 2024 le correspondió a una coreografía comisionada a Paul McGill, con música de Rachmaninoff y danza notable, que dejó perplejos a los asistentes. Porque presenciar el ballet así, de cerca, deja una reflexión del sacrificio del arte, del talento de estos seres humanos excepcionales que han entregado sus jóvenes vidas a hacer de sus movimientos algo tan fluido y natural. Son fuerzas de la naturaleza y sentir sus talentos y dedicación en sus movimientos fue un privilegio.
En otro de los eventos cumbre, Natalia Lafourcade, quizá la voz más querida y genuina de Latinoamérica, demostró que nació para cantar. Acompañada de algunas figuras de la Orquesta Imposible, entre ellas excepcionales músicos, como el cuatrista Leo Rondón, el contrabajista Freddy Adrian, el baterista Raphaël Pannier y el violinista Aléxis Cárdenas. En este evento los planetas parecen alinearse, porque los talentos se acoplan admirablemente. Y estos músicos que acompañaron a Lafourcade también lo hicieron con el carismático y virtuoso músico venezolano Pacho Flores, quien entregó momentos clásicos y levantó al público con “Llorarás”, de Oscar d’León, cantada por su trompeta.
Por último, vale destacar el increíble recital de piano del parisino Thomas Enhco, quien antes que definir un repertorio prefirió improvisar y sorprender. Sus sonidos fusionaron a Mozart, a Keith Jarrett, algo de Disney retro, así como a Elvis Presley y John Lennon, entre otras aventuras. La música fue excepcional y elevada por el marco increíble.
En primera instancia, Enhco tocó su piano rodeado de velas (falsas, pero hermosamente realizadas), y en segunda instancia, de público. Y todos estuvieron a su nivel, sobre las tablas, y verlo ejecutar de frente su instrumento y golpear el piso con los pies para llevar el tempo, a pocos metros de distancia, será difícil de olvidar.
Y así, el festival regresará en 2025 a juntar otros emocionantes talentos y revalidarse como fuente de momentos eternos.