FAUNA SILVESTRE
El conflicto del hombre con la fauna silvestre pone en peligro de extinción a felinos, elefantes y osos polares
Un informe de WWF y el Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente indica que esta problemática está reduciendo significativamente algunas poblaciones de animales.
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El conflicto entre los seres humanos y la vida silvestre es una de las principales amenazas para la supervivencia a largo plazo de algunas de las especies más emblemáticas del planeta, como: felinos, elefantes y osos polares, entre muchas otras.
Los cambios en el uso del suelo, la fragmentación del hábitat, la expansión de las prácticas agropecuarias, el cambio climático, la extracción no sostenible de recursos, el desarrollo de la infraestructura y la urbanización, actividades que se han intensificado por parte del hombre, ponen en serio riesgo la supervivencia de miles de animales.
Así lo advierte un nuevo informe del Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF, por sus siglas en inglés) y el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente, en el cual se indica que la demanda de espacio y recursos para actividades humanas a menudo conduce a la cacería de diversas especies, ya sea en defensa propia, como prevención o en represalia. De acuerdo con el informe, de las más de 260 especies de vertebrados terrestres que han tenido interacciones negativas con las personas, 53 se encuentran amenazadas.
Sin embargo, también señala que si se adoptan acciones y esfuerzos conjuntos, esta problemática se puede minimizar evitando la reducción de poblaciones de animales.
“Los conflictos entre seres humanos y la vida silvestre, en combinación con otras amenazas, han provocado una disminución considerable de especies que antes eran abundantes, y las que naturalmente son menos abundantes se encuentran al borde de la extinción. De no tomarse medidas urgentes, esta tendencia devastadora no hará más que empeorar, causando impactos perjudiciales, y en algunos casos, irreversibles en los ecosistemas, la biodiversidad y la humanidad”, advirtió Margaret Kinnaird, líder de Práctica de Vida Silvestre de WWF Internacional.
“Este informe es un llamado de atención para hacer visible el problema y prestarle la atención que merece en los procesos nacionales e internacionales”, dijo por su parte Susan Gardner, directora de la División de Ecosistemas del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente.
“Es un llamado a la adopción de enfoques que identifiquen y aborden las causas más profundas y subyacentes del conflicto, al tiempo que se desarrollen soluciones sistémicas con las comunidades afectadas como participantes activos en el proceso. Como se demuestra en algunos casos de estudio de este informe, la coexistencia es posible y alcanzable”, agregó Gardner.
Problema humanitario
Según el informe, que contó con los aportes de 155 expertos de 40 organizaciones con sede en 27 países, el conflicto es también un problema humanitario y de desarrollo que afecta los ingresos de agricultores, pastores, pescadores artesanales y pueblos indígenas, sobre todo a los que viven en la pobreza.
Además, interfiere en el acceso al agua de las comunidades que compiten con la vida silvestre por las fuentes de este líquido y fomenta la desigualdad, ya que quienes pagan el precio de vivir cerca de la fauna rara vez reciben los beneficios de la coexistencia.
De acuerdo con la investigación, a pesar de que el conflicto humano-vida silvestre está fuertemente vinculado a la mayoría de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), como el de cero hambre, es un tema que sigue siendo ignorado por los líderes políticos y los gobiernos de los países.
Aunque no es posible erradicar por completo el conflicto entre los seres humanos y la vida silvestre, los enfoques integrados y bien planeados para manejarlo pueden contribuir a su reducción y conducir a una forma de coexistencia, resalta el informe. Tales enfoques requieren un trabajo de prevención, mitigación, respuesta, investigación y seguimiento, todo ello respaldado por un fuerte apoyo político y la participación de las comunidades locales.
La coexistencia sí es posible
Si bien se trata de una problemática que ha venido en aumento, es posible encontrar salidas que ayuden a solucionarla. El informe cita algunos ejemplos en este sentido y destaca lo que puede verse en el Área de Conservación Transfronteriza de Kavango Zambezi, en el sur de África, donde un enfoque integrado del manejo del conflicto humano-silvestre redujo el 95 % de las muertes de ganado a través de la instalación de jaulas a prueba de leones durante la noche y la compensación de pérdidas causadas por la incursión del felino.
Esto dio lugar a cero caza de leones, permitiendo que las poblaciones de esta especie que estaban amenazadas, se recuperaran.
Los ganaderos se comprometieron a cero cacería por represalia, cero deforestación y cero caza de presas del jaguar. Además, se probaron medidas de prevención y mitigación, y se monitorearon los esfuerzos a largo plazo. Las diversas medidas implementadas como manejo de crías, recintos nocturnos para el ganado, animales de guardia, cercos eléctricos, y la disminución en la caza de presas demostraron ser altamente exitosas: la depredación se redujo 90 % y en muchos casos no ha habido pérdida de jaguares.
El informe resalta la importancia de las percepciones culturales, sociales y geográficas que llevan a que las relaciones con la vida silvestre sean o no conflictivas. Aunque generalmente las poblaciones rurales son las que tienen mayor conflicto con la vida silvestre, algunas poblaciones como las comunidades indígenas mantienen desde siempre relaciones recíprocamente favorables con la naturaleza y los ecosistemas que los rodean.
Tal es el caso de la comunidad indígena Murui-Muina, ubicada en el resguardo indígena Predio Putumayo (Amazonas, Colombia), donde la comunidad ha convivido durante décadas con el jaguar, el máximo depredador de la región.
“Para estas comunidades indígenas, el jaguar, las boas, las dantas, entre otras especies emblemáticas, no son solamente animales. Son otros iguales con los que se deben relacionar y generar acuerdos sociales para convivir. Para estas comunidades, vivir en medio de la naturaleza significa relacionarse con ella, viéndola no como algo que se puede poseer, sino como alguien con quien se deben generar relaciones que beneficien a ambas partes. De allí parte su éxito para mantener preservados sus territorios” explica Jaime Cabrera, especialista en monitoreo comunitario de WWF Colombia.
Esta organización trabaja desde 2016 con esta comunidad para monitorear las poblaciones de jaguar y sus presas claves en el territorio, a través de una mezcla entre el saber ancestral y el saber científico.