Maria la Baja, Bolívar
Así es vivir 19 años sin baño ni acueducto
Los pobladores de la vereda La Suprema, en María La Baja, deben bañarse en un caño y caminar cientos de metros para hacer sus necesidades al aire libre
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El diccionario define la palabra pudor como, “la vergüenza de exhibir el propio cuerpo desnudo”. Esta vergüenza es la que sienten a diario 84 mujeres y niñas que habitan en la vereda de la Suprema, en María La Baja (tienen que olvidar y bañarse en un caño a la vista de todos, porque sencillamente en este sitio no hay baños.
En algunos rostros se reflejan los horrores de haber sido desplazadas, para evitar ser víctimas sexuales del grupo armado de paso. Para ellas esta pesadilla aún no termina, pues bañarse en el caño supone para ellas soportar las miradas libidinosas de los hombres que se esconden entre matorrales.
“Aquí muchas mujeres nos sentimos mal, porque nos da pena que todo el que pase por la carretera nos vea bañándonos, nos vea restregando, y hay muchos hombres que son morbosos”, dice Nisley Contreras, habitante de la vereda.
© Lewis Alexander Forest
Bañarse a la vista de todos no es el único problema que deben afrontar, pues en el mismo canal donde ellas se bañan, también lo hacen los animales de la vereda. Esto ha traído consigo graves problemas sanitarios.
“A veces nos cogemos infecciones, Varias mujeres de la comunidad hemos tenido irritaciones vaginales. A veces nos da pena de hablar a los doctores porque la mayoría son hombres y es vergonzoso comentarles cosas que son tan personales entre nosotras”, afirma Nisley.
El temor de ser vistas hace que algunas mujeres elijan las horas más desoladas para bañarse. Esto las expone a que sean atacadas por algún animal venenoso.
© Lewis Alexander Forest
“Nosotros aquí en la comunidad nos bañamos más en la madrugada y en la noche, porque en la mañana no pasa mucha gente. Lo mismo ocurre en la noche. A veces nos metemos en partes oscuras para que no vean cuando nos estamos bañando. Por eso es que aquí necesitamos unos baños para toda la comunidad”, dice Nisley.
No poder bañarse dignamente es solo una parte de la problemática por la que pasa esta comunidad. Sus necesidades coprológicas deben hacerlas al aire libre, como lo cuenta don Julián Ramos, quien ve con dolor de hijo cómo su señora madre, una mujer de la tercera edad, debe caminar varios cientos de metros para hacer sus necesidades entre unas palmeras.
“Mi mamá tiene 75 años y, como no se puede agachar, usa un tanque de pinturas que utiliza como inodoro. Para mí es muy triste como hijo ver esto. Así le toca a la mayoría porque aquí no hay baños. Aquí no hay nada”, explica don Julián, lamentándose por la realidad en la que vive.
"Julián Ramos sueña con lo que para la mayoría es una realidad: “Un baño con todo, completico, con letrina. En fin, un baño como lo tiene todo el mundo". © Lewis Alexander Forest
Una de las peticiones de las 69 familias que habitan esta vereda es que el Gobierno se conduela, los mire con ojos compasivos y les construya unos baños dignos, además de un acueducto y alcantarillado que les permita vivir en condiciones favorables.
Julián Ramos sueña con lo que para la mayoría es una realidad: “Un baño con todo, completico, con letrina. En fin, un baño como lo tiene todo el mundo; pero no me gustaría que solamente me lo hicieran a mí, me gustaría que fuera para todos los que estamos habitando aquí”.
Mientras Julián habla, tres mujeres, aprovechando la oscuridad, entra al caño, tragándose su pudor y pidiendo al cielo que esta pesadilla pronto termine.