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La fascinante historia de la Piedra del Peñol: un símbolo de la cultura y la resiliencia paisa
Hace 70 años, tres hijos de Guatapé la escalaron por primera vez y desde entonces su popularidad ha ido creciendo. Hoy, suben hasta la cima entre 200 y 600 personas cada día.
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Este 16 de julio, el municipio de Guatapé (Antioquia) no solo celebró la fiesta de la Virgen del Carmen, también conmemoró una de las hazañas históricas más recordadas del oriente antioqueño: los 70 años del primer ascenso exitoso a la cima de la Piedra del Peñol. Una gigantesca formación rocosa que se ha convertido en un símbolo cultural y turístico de la región y el país.
La historia de la conquista de la Piedra del Peñol comenzó en julio de 1954, cuando Luis Eduardo Villegas López, junto a sus amigos Pedro Nel Ramírez y Ramón Díaz, se propusieron escalar este monolito de 220 metros de altura. Luis Eduardo, un joven campesino de 23 años oriundo de Guatapé, había soñado desde niño con alcanzar la cima de la piedra.
El ascenso comenzó el 12 de julio y se extendió durante cinco días. Con herramientas rudimentarias como machetes, guaduas, manilas y clavos, y utilizando la grieta natural en la roca como guía, los tres hombres enfrentaron condiciones climáticas adversas y la falta de experiencia en escalada en roca. Finalmente, el 16 de julio de 1954 lograron alcanzar la cima.
“En 1950, argentinos, españoles e incluso personas de Medellín venían a escalar la piedra. Lo máximo que lograron fue escalar 35 metros. Lo hicieron con cuerdas livianas y con cohetes manuales. Pero fue en el año de 1954 cuando mi abuelo Luis Eduardo Villegas, Pedro Nel Ramírez y Ramón Díaz decidieron hacer esta gran hazaña. En la cima de la piedra pusieron una camiseta y al día siguiente izaron la bandera tricolor. Esa fue la única vez que ha sido escalada la piedra”, recordó Leidy Giraldo Hincapié.
Una roca prehistórica
La Piedra del Peñol, a la que muchos también se refieren como el peñón de Guatapé, ha sido un punto de referencia en la región. Antes de la famosa escalada de 1954, agricultores y pobladores de este territorio la veían como un obstáculo para el desarrollo de la agricultura, pues estaba llena de maleza. No obstante, de acuerdo con los historiadores de la región, la piedra era adorada por los indígenas tahamíes (una etnia de la familia de los chibchas que habitaba en lo que hoy es el oriente, nordeste y Bajo Cauca antioqueño). Vestigios humanos que datan del siglo V a.C. indican que este lugar fue un centro de rituales.
“La piedra del Peñol es la gran testigo de la historia de todos los tiempos. Por definición geológica es un afloramiento del batolito antioqueño que se formó en la edad terciaria del cretáceo superior de la Tierra, es decir, hace aproximadamente 65 millones de años. Los estudios geológicos hechos en la segunda mitad del siglo XX dan fe de que se formó por ascenso del magma volcánico que se fue enfriando lentamente allí, y con los procesos erosivos y grabados de los suelos se fue destapando esta gran mole que hoy se constituye en un gran patrimonio cultural y geológico de la región del oriente antioqueño”, explicó Nevardo García, coordinador del Museo Histórico del Peñol.
Los estudios geológicos también indicaron que está compuesta de cuarzo, feldespato y mica. Por su altura de 220 metros ofrece una vista panorámica impresionante de la región.
Atractivo turístico
Con el tiempo, la Piedra del Peñol terminó convirtiéndose en una de las principales atracciones turísticas de Antioquia. En 1970 se construyeron escaleras de concreto, reemplazando las antiguas de madera, facilitando así el ascenso para los visitantes. Hoy en día, los turistas pueden subir los 715 escalones para disfrutar de una vista inigualable del embalse de Guatapé y sus alrededores.
Cada año, miles de visitantes de todo el mundo llegan a la Piedra del Peñol, atraídos no solo por su belleza natural, sino también por la rica historia y el simbolismo que representa. En un día pueden subir entre 200 y 600 personas, pagando una tarifa de aproximadamente 25.000 pesos para vivir esta experiencia única.
Recientemente, la piedra ha enfrentado desafíos a causa del clima. El año pasado el desprendimiento de material vegetal y rocoso dejó a 17 personas lesionadas. Sin embargo, tras evaluaciones de las entidades de gestión del riesgo, se determinó que a la fecha el lugar sigue siendo seguro para turistas y escaladores.
La piedra de la discordia
Otra de las historias que rodean a esta emblemática roca son las letras blancas G I escritas en su superficie a 30 metros de altura. En 1988, los propietarios del predio y la Alcaldía de Guatapé acordaron que se escribiera sobre la roca el nombre de Guatapé. Sin embargo, el gobernador de entonces, Antonio Roldán Betancur, ordenó suspender la pintura cuando apenas habían empezado con la letra U, argumentando que una ley prohibía firmar formaciones naturales. Y así se quedó.
“Guatapé antiguamente era el corregimiento de un pueblo que quedó bajo las aguas de la represa. Se llamaba El Peñol (recordado como el Viejo Peñol), que de hecho tomó el nombre por la piedra, y cuando se inundó la represa, lo que quedó del pueblo lo trasladaron unos kilómetros más allá y ahora queda un poco más lejos de la piedra. Cuando se independizó Guatapé, reclamó la piedra como parte de su territorio, pero el nuevo Peñol dijo que no. Ahí es donde nace el tema de las letras escritas en la piedra”, contó Camilo Duque, creador de contenidos y viajero colombiano oriundo de la región.
“La disputa entre Guatapé y el Peñol llegó a tal punto que la gente de Guatapé decidió escribir Guatapé gigante en la cima de la piedra, pero mirando hacia El Peñol, y el Peñol demandó porque eso no se puede hacer en una maravilla natural, así que no hubo caso en escribirlo completo, sino solamente la G y un pedacito de la U. Hoy importa muy poco a qué pueblo pertenece, porque esta maravilla cada vez es más famosa en todo el planeta”, añadió.
Lo cierto es que actualmente la Piedra del Peñol no solo es un destino turístico, sino un símbolo de la historia y la resiliencia de los antioqueños. Su conquista hace 70 años marcó el inicio de una nueva era para la región, transformando una roca aparentemente insignificante en un ícono cultural y turístico que atrae a visitantes de todo el mundo y continúa inspirando a generaciones de aventureros y turistas por igual.